
Los desplazamientos territoriales del hombre han sido parte de su propia historia; agudizados en determinados periodos, atenuados en otros, han estado condicionados por diferentes factores de naturaleza ambienta, demográfica, económica, cultural, religiosa y sociopolítica.
Por migración entendemos los desplazamientos de personas que tienen como intención un cambio de residencia desde un lugar de origen a otro de destino, atravesando algún límite geográfico que generalmente es una división político-administrativa.
Esto implica varias cosas. Por una parte, un desplazamiento o movimiento espacial que tiene como objetivo buscar mejores oportunidades de vida en los individuos, ya sea porque en su lugar de origen o de establecimiento actual no existen tales oportunidades o porque no satisfacen todos sus criterios personales. En la decisión de migrar, puede que exista un cálculo racional en el que cada individuo que lo hace, compara los costos de la emigración con sus recompensas. Pero este cálculo, a veces, no tiene en cuenta que la migración implica un movimiento en el que el lugar de partida y el punto de llegada no son inmutables ni seguros. Exige vivir en lenguas, historias e identidades que están sometidas a una constante mutación.
Es muy importante que la persona migrante, cuando decida cambiar o abandonar su lugar de origen, debe ser consciente de los procesos sociales a los que se enfrenta (asimilación, integración, etc.), y saber que no es sencillo, en muchos casos, adoptar nuevas formas de convivir (y de desarrollarse), en una sociedad distinta a la suya.
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